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LOS PAPELES DEL ARCÓN (II)



Ver primera parte.

El autor del texto anterior es Joaquín López Barbadillo. Como se dijo, fue publicado en 1921 si bien los hechos referidos corresponden, muy probablemente, a septiembre de 1916, fecha en que el obispo de León realizó una visita pastoral a Liébana. Y sigue así su relato:

Dibujo que ilustraba el texto de López Barbadillo en su publicación en el periódico El Imparcial el 11/9/1921 «Y el mismo bendito varón [el párroco] encendió un candelero de la sacristía lóbrega y guió hacia la iglesia. Mucho más glotón que ratones y polillas, revolviendo afanoso legajos y volúmenes, devoraba yo nombres, epígrafes y fechas a la luz de la vela que el mayordomo había tomado al cura bondadoso. Y él proseguía con su voz feble y paternal:

- Algo bueno hay. Todavía la vejez, que me llevó la vista no me deja hojearlos, no me ha borrado la clara memoria... Recuerdo de una relación manuscrita de la conquista de Nueva Granada... Y una declaración del Cantar de los Cantares, por Fray Luis de León... Y cosas de mundanidad y pasatiempo, muy gustosas de leer. Había un libro... un librillo... manuscrito también, de Samaniego... ¡Jesús no quiero recordar!... "Cuentos burlescos", dice... "Jardín de...", dicho sea con perdón, "Jardín de Venus". Cuentos endemoniados, cuentos empecatados, hijo mío; pero de diablejos alegres y graciosos; pecadillos veniales que hacen sonreir, ya digo, a Dios nuestro Señor.

La rebusca era ardua y se quedó para el día siguiente. Aunque en él brilló el sol, podían más en nosotros las ansias de bibliófilos que el amortiguado ardimiento de alpinistas. Fué sacado el arcón al atrio de la iglesia. El viejo guía, ojeador de rebecos del Rey Alfonso XII, decíanos impaciente, señalando a lo alto, hacia los montes:

- Oye, tú: ¿pero no imos?

Y poco a poco, desenterrados de polvo y miseria, fueron naciendo nuevamente a la luz infolios, mamotretos ilegibles, volúmenes latinos, ejecutorias miniadas y bellas, comidas de humedad. Y entre ello asomó al fin su faz el pícaro del cónclave: era un rollo de quince cuadernillos de a doce hojas, las tres últimas blancas y todas sin coser, en amarillento papel, letra apretada y clara y tinta desvaída, cuya cubierta decía de este modo: Jardín de Venus.- Cuentos burlescos de Don Félix María de Samaniego.- Escribiólos en el Seminario de Vergara de Álava por los años de 1780 y tienen burlas de frayles y monjas y mucho chiste y regocijo. Este autor lo es de la Fábulas literarias, natural de la villa de La Guardia en Guipúzcoa y señor de las cinco villas del valle de Arraya. Es propiedad de José de Bulnes, vezino de Potes, año 1792.

Avidamente cogimos un pliego y empezamos a leer. Leíamos en voz alta, entre pausas de risa. Era una vena saltarina, fresca, de gracia a chorros, de ingenio a raudales, ¡pero de qué malditos temas, santo Dios! Al cabo, ante una frase más gorda y más redonda, hicimos una pausa, y nos quedamos un poco perplejos mirando la cabeza nevada del buen cura. Y el buen cura nos dijo:

- Ya, ya, hijo mío... Comprendo... No sigue el cuento por buenos respetos... Miramientos, ya digo, al ministerio y a la edad. Pero llévelo, llévese el librillo si gusta, y huélguese por su mundo con él; que, aunque es cosa ligera, no sólo a gente moza, sino a los hombres juiciosos y graves les puede divertir. Que no tiene el "Jardín" flores venenosas, sino tufillo algo fuerte y picante de clavo y de pimienta y olor de alegre humanidad. Un ratillo de risa, que aparta el ánimo de otras cosas peores. No hay, hijo mío, ningún pecado gordo que se cometa riéndose, ya digo. Mientras está uno riéndose no queda pensamiento para ofender a Dios.

Alborozado como un muchacho ante el soñado juguete de Reyes, guardéme el rancio manuscrito. Era una copia, clara y primorosa, única sin disputa, íntegra por milagro en los sueltos cuadernillos, de los famosos Cuentos del esclarecido don Félix Samaniego, de que solamente se hallaban algunos esparcidos acá y acullá en viejos cartapacios y que no conocía nadie en su total conjunto. Hallazgo inestimable, porque es fama que, en la hora de su muerte, el regocijado varón mandó que los quemasen. No sabía que un buen cura viejecito, sencillo y evangélico, purificado por la viva llama de la virtud y de la fe en las cimas de unos riscos que están tocando el cielo, iba a tener para ellos, corridos ya cien años, la indulgente sonrisa de Dios nuestro Señor para los pecadillos veniales.

Y a otro domingo, al tornar a Espinama después que habían sido ellos en la montaraz soledad de aquellos Picos mi alegre compañía, quise satisfacer cumplidamente, como su albacea y legatario inesperado, lo que aún tuviese que purgar el alma de don Félix. Por excepción en la pompa litúrgica, el ancianito volvió a revestirse con la casulla negra aquel día del Señor; la misa aldeana fué misa de Requiem; tres filas de blandones iluminaron suavemente el templo; los hombres en el coro, las mujerucas en la humilde nave, los puros chiquitines arrodillados en las gradas del altar, elevaron a Dios sus almas primitivas, rezando por don Félix sin saberlo. Y yo, que había de ser divulgador de su picardía leve por este mundo pícaro, quise también hacer, honrado y precavido, la paga adelantada de mi culpa venial, y, como cada rústico vecino del lugar hacía un domingo, ofrendé a la iglesia un gran pan. Y el pan se partió en trozos y les fué dado a todos, simbólico y fraterno: vida, alegría y salud.
»

Así acaba Joaquín López Barbadillo su "Nota preliminar" a la publicación de estos poemas picantes de Samaniego, poemas de gran importancia porque muestran otra cara del autor, en contraste grande con sus célebres Fábulas. Hay quien ha cuestionado la veracidad de lo contado en la Nota. Así, Emilio Palacios Fernández (en la página anteriormente enlazada del Cervantes Virtual) dice que «Los cuentos van precedidos de una Nota preliminar que entre literatura e historia del hallazgo del manuscrito pretende justificar, en boca de un clérigo, el tono verde y tema escabroso de los mismos».

El libro editado por López Barbadillo fue publicado en Madrid en 1921. El mismo año, el periódico El Imparcial publicó la "Nota preliminar" aquí reproducida. Ello hizo que el nombre de Espinama sonara por el mundo...

Continúa en la tercera parte.


© Gabino Santos