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INAUGURACIÓN DEL TELEFÉRICO DE FUENTE DÉ Y DEL PARADOR NACIONAL




Una vez llevada a cabo la construcción del Teleférico, a la que dedicamos esta página, y la del Parador ubicado junto a él, solo quedaba inaugurarlos oficialmente lo que ocurrió el 12 de septiembre de 1966.

Fue el mismísimo Francisco Franco, entonces jefe del Estado, quien acudió, junto a otras autoridades, a Fuente Dé aquel 12 de septiembre. Llegó a las seis y media de la tarde, procedente de Castro Urdiales, donde había desembarcado de su yate, el "Azor", y tras recorrerse casi toda la provincia, recibiendo, según cuenta la prensa de la época, grandes muestras de júbilo. En Potes, por ejemplo, «el entusiasmo fue desbordante», con las calles y aceras del trayecto «abarrotadas de gente que aplaudían a Franco».

Portada de El Diario Montañés del 13/9/1966. Pulse para verlo más grande
En Fuente Dé le esperaba «una multitud impresionante la que en autobuses, coches y todo género de medios de locomoción, se había llegado para testimoniar de la manera más entusiasta su adhesión al Caudillo». Entre las autoridades estaban el subsecretario de Turismo, Antonio García Rodríguez-Acosta; el director general de la Guardia Civil, teniente general Ramírez de Cartagena; el obispo de Santander; los gobernadores civil y militar de la provincia; la Diputación Provincial, en pleno, con su presidente, Pedro Escalante, a la cabeza; alcaldes como los de Camaleño (Manuel Estrada Guerra), Potes (César Gutiérrez Prellezo) y Santander (Manuel González Mesones); y otras numerosas autoridades provinciales.

«La explanada estaba adornada con gallardetes con banderas nacionales y pendiendo del amplio balcón del Parador grandes tapices con el «Víctor» y el guión del Caudillo».

Precedido por una sección motorizada y coches de su escolta, Franco llegó acompañado por el ministro de Marina, almirante Nieto Antúnez, y por el mayor de sus nietos, Francisco Franco Martínez-Bordiú, siendo recibido con grandes vítores y aplausos.

Un momento de la inauguración. Foto tomada de Luz de Liébana de octubre de 1966. Pulse para verla más grande
Tras saludar a las autoridades presentes, «subió a un estrado, desde donde el obispo, doctor Puchol, con capa, mitra y báculo, bendijo las instalaciones. Terminado este acto, el Jefe del Estado pasó entre el grupo de Coros y Danzas de la S.F. de Santander, que interpretaban en su honor bailes de nuestra región, al Parador, siéndole ofrecidos, a las puertas del mismo, por señoritas ataviadas con el traje típico montañés, flores y frutas».

En el Parador recorrió todas sus dependencias, de las que «hizo grandes elogios». En uno de sus salones «le fueron entregadas las insignias de oro blanco y brillantes de los Cotos Nacionales de la Subsecretaría de Turismo de los Picos de Europa y Gredos, el primero con el símbolo de una capra hispánica y el segundo un rebeco, entregándole también a su nieto Francisco otra de estas insignias».

En una breve charla con las autoridades, «el gobernador civil, señor López Cancio, le hizo ver la necesidad que esta región lebaniega, así como las limítrofes de las otras provincias y la de Campoo, sienten por la construcción de la carretera hasta Reinosa». De hecho, entre los autobuses que habían llegado hasta Fuente Dé había «cinco del Alto Campoo con sus pancartas alusivas a la carretera de Reinosa a Potes». Franco escuchó al gobernador y pidió que se le enviase por escrito la solicitud para estudiarla detenidamente.

Acabada la visita al Parador, «Franco salió, entre los aplausos y vítores del público, hasta la estación inferior del teleférico, donde le fueron mostrados los planos de montaje del mismo y su funcionamiento, así como el proyecto que existe de instalar una telecabina que lleve desde el Mirador del Cable hasta el Refugio Nacional de Aliva».

Posteriormente, mientras el ministro de Marina y su nieto ascendían en el teleférico, Franco se despidió de las autoridades y se desplazó en jeep, por Espinama, hasta el Refugio de Áliva donde iba a permanecer unos días dedicado a la caza.

Destaquemos, por último, los datos que ofrece la prensa, que también menciona la prolongación de la carretera, de las instalaciones inauguradas. Del Parador se dice que «es un excelente establecimiento hotelero de montaña. Construido de nueva planta, de acuerdo con las más modernas exigencias de un alojamiento de este tipo, consta de diez habitaciones dobles, todas con baño, para clientes, más cuatro habitaciones, también dobles, para mecánicos, comedor con capacidad para ochenta comensales, dos salones, garajes y los correspondientes servicios generales», señalándose que en su construcción se habían invertido más de doce millones de pesetas.

Del teleférico, por su parte, se dice que «tiene una capacidad por hora de cien personas, y que permite la subida al Mirador del Cable salvando los 800 metros de desnivel en corte, en tres minutos y a una velocidad de 28,800 kilómetros a la hora».

Así dio cuenta el NO-DO de la inauguración:

Un fotograma del NO-DO. Pulse para acceder al vídeo en la web de RTVE.


Y así se recogió la noticia en los siguientes medios, de los que están extraidos los textos en cursiva anteriores:
  • El Diario Montañés, 13/9/1966.
  • Luz de Liébana, octubre 1966.
  • La Vanguardia, 13/9/1966.
  • ABC, 13/9/1966.

    Finalmente, voy a hacerme eco de la página que se publicó en Luz de Liébana «subvencionada por la Junta vecinal de Espinama y el Comercio». Bajo el título «El Jefe de Estado, General Franco, Inauguró el día 12 de Septiembre, el teleférico de Fuente Dé, Al Cable» (sic), y con el subtítulo «La afluencia de gente para subir en la cabina del Teleférico a los Picos, ha superado los cálculos más optimistas», en ella se contestan las críticas recibidas por la realización de la obra, tanto las que se referían a que no sería rentable como a los que estimaban que ese dinero estaba mejor invertido en los pueblos de la costa cántabra y a los que pensaban que estaba mejor invertido en carreteras o traídas de aguas en Liébana.

    Así, se dice que los pueblos de la costa «se han venido repartiendo siempre la mayor parte de la prenda de los presupuestos provinciales» mientras en la periferia de la provincia, Liébana incluida, «está todo por hacer» y «la justicia distributiva exige que se preste mayor atención al más débil y necesitado».

    Vista de la estación inferior poco después de su construcción. Foto de la Fundación Docomomo. Pulse para verlo más grande
    En cuanto a los lebaniegos que pensaban que ese dinero estaba mejor invertido en carreteras y otras obras, se les dice que muchos de los millones invertidos en el Teleférico, el Parador y la carretera no hubieran llegado nunca a Liébana. Y les preguntan: «¿Cuando se hubiera podido soñar con las caravanas de coches que este verano han visitado Liébana?».

    Se felicitan de que Teleférico y Parador, junto a la inauguración por el Caudillo y su cacería de rebecos en Áliva hayan llevado «el nombre de Liébana a todos los confines de España y al Extranjero». Se reconoce que puede suceder que «la afluencia de Turistas a Liébana ha de causar un descenso de la moral y buenas costumbres» y que «el Turismo no resuelve sino de una manera muy parcial el problema económico de Liébana», pero se considera que es un primer paso, al que seguirán más. Y termina con este párrafo:

    «No podemos contentarnos con explotar el Turismo, aunque ya resuelva el problema de algunos pueblos y sea siempre una fuente de ingresos para los agricultores, en general por la mejor venta de algunos de sus productos, por los jornales que está proporcionando. Necesitamos más, explotar al máximum todas las riquezas naturales, y ello veremos a ver si lo conseguimos en los años venideros. El mundo camina deprisa y nosotros no podemos dormirnos en los laureles. No hay dilema que esté para Liébana: renovarse o morir» (sic; ¿querrían decir "No hay más dilema que éste para Liébana: renovarse o morir?).


    © Gabino Santos Briz, 2013

    Prohibida la reproducción sin citar la fuente