Imagen
Imagen


LA MINERÍA EN EL CONCEJO DE ESPINAMA

I.- Historia (2ª parte)

Ver primera parte

Apenas comenzada la explotación por la Real Compañía Asturiana de Minas, se vio que la blenda acaramelada procedente de Áliva era excepcional. Así, en 1862 en la Exposición de Minería celebrada en Londres, la R.C.A.M. fue premiada en buena medida por los ejemplares presentados de esa variedad.

Sin embargo, su explotación, en zona montañosa a gran altura sujeta a duros inviernos, conllevaba en el siglo XIX unas condiciones penosas, de modo que fueron muchos los espinamenses y los vecinos de otros pueblos próximos que prefirieron optar por la emigración a América antes que trabajar en las minas. Como leemos en la revista Bocamina, «hasta finales del siglo XIX, difícilmente se superaban los 8 o 10 reales por jornada. Y no faltaba algún capataz que hacía incluir en la nómina el gasto de aceite del alumbrado para evitar el despilfarro o que lo ingirieran los propios asalariados para mitigar el hambre que pasaban. Los mineros tenían que soportar enomes penalidades para arrancar el mineral, debiendo utilizar técnicas extractivas primigenias; las condiciones de las labores subterráneas eran árduas, disponiendo de espacios muy limitados, lo que obligaba a adoptar posturas incómodas llegando a tener que trabajar tendidos». Con malas coondiciones de iluminación y ventilación, sólo el uso de la dinamita mejoraba las técnicas empleadas por los romanos dos mil años antes.

Los casetones habilitados para los mineros tampoco eran satisfactorios. El Conde de Saint-Saud alude en 1891 al pésimo estado en que estaba el casetón de Liordes, afectado por los duros inviernos, con los suelos podridos, sin contraventanas... Pocos años después, en 1912, ya consta como derruido.

Pese a estas duras condiciones, hubo mineros dispuestos a pasar todo el invierno encerrados en las galerías en contra de lo que era habitual entonces. «Algunos de ellos han pasado parte del invierno en ellos [en los altos], sobre todo en las minas y galerías de los señores Echevarría e Hijos, de Bilbao, que trabajan casi de continuo en las galerías de Fuente Dé, donde tienen una hermosa chavola (sic) dentro de peñas vivas del lado de una galería que ya lleva 280 metros de largo en la misma peña y en una sola dirección y otra, algo más alta, de 180», leemos en La Voz de Liébana en 1905.

En este mismo periódico y año, se dice que «Espinama es un pueblo de importancia por su ganadería y ricas minas, que hoy las explotan cuatro ricas sociedades, dando de comer a muchas familias y si tuviere una triste carretera verían las ventajas no sólo Espinama y el valle sino todo el Partido de Potes, porque con vías de comunicación disminuirían los precios de los arrastres de mineral y se aumentarían las explotaciones que están paralizadas por este motivo».

Pese al inconveniente de la falta de carretera, las compañías implantan infraestructuras que, a buen seguro, sorprenden a los lugareños. Así, por ejemplo, parece que ya hacia 1898 la Real Compañía Asturiana de Minas instala un cable para bajar el mineral desde Lloroza hasta Fuente Dé. No sé si el mismo u otro es puesto en funcionamiento en 1907 por la Sociedad Peña Vieja.

Por estos años, hay en Espinama hornos para calcinar el mineral, aunque son más pequeños que los existentes en Ojedo.

Pero no es oro todo lo que reluce. Durante los primeros años del siglo XX nos constan quejas de muy diverso tipo contra las compañías mineras:

  • por la corta y extracción de maderas de los montes del pueblo sin licencia;
  • porque "no cumplen los reglamentos del ramo de minería, ni la ley de accidentes de trabajo pues carecen de Ingenieros y capataces facultativos y no han dado cuenta de algún accidente recientemente ocurrido" (denuncia del Gobernador Civil en 1907)
  • por construir,"al parecer sin autorización alguna, depósitos de minerales, casetas y caminos por terrenos comunales"
  • por no contratar más que a aquellos trabajadores que votaban a quien ellas indicaban en las elecciones.

    Por estas épocas, la mina de Las Manforas tiene dos niveles que avanzan siguiendo al mineral, sin una planificación. Es tras la reapertura después de la guerra, en 1957, cuando las labores se planifican mejor, iniciándose los trabajos en la tercera planta, se construyen los búnker, se conecta el primer nivel con el exterior a través de lo que se convierte desde entonces en acceso principal a la mina... En 1968, cuando parecía agotado el yacimiento, se localiza un nuevo filón que permitirá desarrollar otras tres nuevas plantas. Además, se ejecuta un nuevo pozo, finalizado en 1975, que da acceso a las seis plantas de la mina.

    La maquinaria empleada, que ya había mejorado a raíz de que Carbones La Nueva se hiciera con la explotación en 1956, experimenta una mejora aun mayor cuando la Sociedad Minera Picos de Europa se hace cargo de ella. La mina se dota de una línea de alimentación eléctrica de 30.000 V que desde Tama llega por la collada de Cámara. Se instala, por los 1960, una emisora de onda media que conecta la mina con Espinama, aunque de un modo muy deficiente (la conexión tenía que realizarse a horas predeterminadas con lo que en caso de emergencia no era útil). Esta emisora fue reemplazada en 1972 por una mucho mejor. Incluso, se instaló teléfono.

    En cuanto a las relaciones de las compañías mineras con la Junta Vecinal de Espinama, cabe decir que, en general, fueron buenas. En 1949 y 1951, por ejemplo, la Junta autorizó a las compañías la realización de mejoras en los caminos de Áliva y de la Braña del Hortigal.

    Ese mismo año, 1951, el Sr. Beltrán, director gerente de la compañía Minero-Metalúrgica Montañesa, propuso a la Junta Vecinal instalar cuatro luces por su cuenta (instalación y fluido eléctrico) donde quisiera el pueblo, siendo por cuenta de éste traer los postes y plantarlos.

    El pueblo, por tanto, obtenía algunas mejoras de la presencia de las minas. Es lógico, por ello, que correspondiera en alguna medida como hizo cuando (1951) reconoció a la Real Cía. Asturiana el derecho a obtener leñas de los montes del Concejo como cualquier vecino o como cuando, en 1952, se acordó «renunciar a los derechos por la instalación del cable de la mina de la R.C.A. en recompensa de obras hechas por la compañía a favor del concejo».

    Por esos años la RCA de Minas solicita cesión de terrenos en Fuente Dé ya que, entre otras cosas, quiere hacer una plaza de descarga y depósito de mineral. La Junta se lo concede y acuerda el 29 de enero de 1956 «que el producto que se valorara el terreno de la Dehesa para la R.C.A. fuera en beneficio del barrio de Pido a través de la Junta Vecinal ya que era este barrio el perjudicado con la cesión de terreno».

    Por lo que respecta al mineral extraído, sin lugar a dudas lo más destacado fue el de la explotación subterránea de la mina de Las Manforas. En los 135 metros que alcanzó con seis plantas, comunicadas entre sí por buen número de cámaras y subniveles, hubo variantes. La blenda de la 1ª planta era acaramelada de baja calidad. De las plantas 2ª, 3ª y 4ª se extrajo la blenda de mejor calidad con un alto grado de transparencia y pureza, y de las que se han llegado a extraer excepcionales gemas de varias decenas de quilates. De la 2ª planta proceden además excelentes cristales cuboctaédricos de galena sobre dolomita blanca, asociada a blenda verde maclada. Por otra parte, en la 3ª planta se han encontrado grandes cristales de calcita, escalenoédricos, a veces maclados, junto con blenda espática de calidad gema. Otros minerales que han aparecido pero de menor interés coleccionístico, son las calaminas(explotadas a finales del siglo XIX), pirita, calcopirita y fluorita.


  • Ver tercera parte

    © Gabino Santos, 2009 (formato nuevo, 2022)