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TRADICIONES



TRADICIONES NAVIDEÑAS


Dos tradiciones principales había en la Navidad espinamense: el canto del ramo y el de los aguinaldos. Del primero eran protagonistas las mozas; del segundo, los mozos. Veámoslos.

El "ramo"
Días antes de Navidad, las mozas cortaban un ramo de acebo o preparaban un trozo de madera, que engalanaban con rosquillas, manzanas, caramelos y cintas de colores. Lo guardaban en casa de una de las mayordomas (mozas encargadas durante el año de cuidar la iglesia) hasta la "misa del gallo", en Nochebuena.
A la hora de misa, con todo el pueblo reunido en el pórtico de la iglesia, comenzaba el canto del ramo que realizaban las mozas a dos coros, cantando una estrofa cada uno. Cuando la letra del canto lo pedía, se entraba en la iglesia, donde el mayordomo recogía el ramo y lo colocaba en el lugar preparado para ello. Allí permanecía hasta que se efectuaba su rifa, el día de S. Esteban (26 de diciembre), fiesta del pueblo.
Para desarrollar la rifa, las mayordomas recorrían las casas con unos "pliegos de papel de barba", en los que escribían, por un real o dos, uno o varios nombres en cada tira, introduciéndose todas las tiras en una bolsa el día 26. De dicha bolsa se iban sacando las tiras, una a una, hasta sacar aquélla en la que habían escrito "rifa del ramo". La última sacada antes de esa era la premiada con el ramo. El dinero recaudado lo empleaban las mayordomas en comprar cosas para la iglesia.

Éste es el canto del Ramo de Navidad, facilitado por Belén Salceda, que se incluye en el libro "Cánticos navideños del ramo y aguinaldos en Liébana", publicado por el Arciprestazgo de Liébana en 1997:

Para entrar en este templo
hoy noche de Navidad,
a Dios le pido licencia
y a toda la autoridad.
En el santo templo estamos
dispuestas para cantar,
si el señor nos da licencia
queremos ya comenzar.
Licencia ya la tenemos
que la fuimos a buscar,
a casa del señor cura
hoy noche de Navidad.
Venimos con su licencia
a ofrecer aquí este ramo
vamos, vamos doncellitas,
vamos, vamos caminando.
Vamos a ver a la Virgen
que es la más pura y sin mancha
de la más hermosa rosa
nació el clavel de la gracia.
Que la escogió el Padre Eterno,
hija de Joaquín y Ana,
la esposa de San José
al que floreció la vara.
Estos divinos esposos
siempre vivieron en gracia,
siempre la fama tuvieron
recogidos en su casa.
Estando un día la Virgen
en su aposento encerrada,
a su corazón decía,
a su pensamiento hablaba.
¿Quien será aquella docella
que ha de ser Inmaculada?
¡Mi Dios! Quien la conociera
para andar en su compaña.
Estando en estos coloquios
vio entrar por la morada,
un bellísimo mancebo
vestido de carne humana.
Con una corona de oro
y un vestido que asombraba,
con una cruz en el pecho
diciendo estas palabras:
"Bendita entre las mujeres
pues estás llena de gracia".
Turbada quedó la Virgen
sin poder hablar palabra.
Al pronunciarse el Bendita
toda la Trinidad baja,
quedó el vientre de la Virgen
hecho un tálamo de gracia.
Es posible que María,
siendo tan honesta y santa,
haya sido tan cruel
pues misterio aquí no falta.
Yo si lo hay no lo sé,
ni mi esposa dice nada;
estos divinos esposos
caminan en su jornada.
Levántese el mayordomo
si en el santo templo está
coja el ramo a la doncella
y póngale en el altar.
El día de San Esteban
saldrá la rifa del ramo,
y lo que saquemos de él
a la Virgen se lo damos.
¡Oh portentosos prodigios!
para los hijos de Adán
que había de nacer el Verbo
de Belén en un portal.
Pues las profecías
todas se cumplieron,
de la Virgen pura
al nacer el Verbo.
Cuatro días de jornada
con fatigas y mal tiempo,
tuvieron los dos esposos
para el empadronamiento;
que había de nacer
el que descendía,
del Rey de Judá
según profecías.
Cuando en las cercanías
de Belen y de sus muros,
se hallaban los dos esposos
era de noche y oscuro;
luego procuraron
de buscar posada,
y como era tarde
ya no la encontraban.
Entraron en el mesón
y ya que dentro se hallaban,
les dijo la mesonera:
"fuera que no hay posada,
que todo está lleno
y ya no se cabe;
sálganse allá fuera,
sálganse a la calle".
San José de sentimiento
se acobardaba en extremo
y la Virgen le decía:
"miremos el parentesco,
que aquí en la ciudad
debemos tener,
quien nos dé posada
humilde José".
El glorioso San José,
con paciencia y humildad,
andaba de casa en casa
para su esposa hospedar;
más la ingratitud
fue tan abundante,
lo mismo en parientes
que en los habitantes.
Todos fueron tan ingratos
y tan poco compasivos,
que con un "vaya, no puedo"
todos les han despedido;
confuso y cobarde
San José se siente,
con estas razones
de todas sus gentes.
Viéndose los dos esposos
llenos ya de cobardía,
San José dice a la Virgen:
"salgamos fuera María
que ya he recordado
que debe de haber,
un portal o establo
fuera de Belén".
"Vamos allá esposo mío,
dice la Sagrada Reina,
si encontramos un portal
no demos impertinencias,
ni a ningún pariente,
ni a ningún vecino,
pues las profecías
de ellos se han cumplido".
Entraron en el portal
y entrando San José dentro,
halló en él de compañía
un buey y un asno o jumento;
y dice a la Virgen,
aunque con pesar:
"aquí nos metemos
en este portal".
La gran Reina de los cielos
con alegría y contento,
le dice a su Santo Esposo,
"este es nuestro aposento";
y luego que entraron
la Reina saluda,
a aquellas dos bestias
el buey y la mula.
Luego San José prepara
sitio para descansar,
él y su esposa querida
en el mísero portal,
pues con las fatigas
de tan largo viaje
se hallaban rendidos
estos personajes.
Arrodíllase la Virgen
un poco sobre su lecho
y advirtió que se acercaba
el parto sin más consuelo;
al verse allí sola,
sin ninguna gente,
más que las dos bestias
el buey y la mula.
La Virgen con gran dolor
y pena que la acompaña
puesto el Niño en el regazo
le decía estas palabras:
"Hijo de Dios Eterno
que al mundo has venido,
solo por los hombres
¿en donde has nacido?".
Gloria los ángeles cantan
al Señor de cielo y tierra,
paz de buena voluntad
a los hombres muy de veras;
la música suena
en el alto cielo,
que estaba llorando
el Niño en el suelo.
Las señales dieron luego
que estaba envuelto en pañales
en el portal de Belén
cuando fueron a adorarle;
vinieron corriendo
unos pastorcillos,
con cuantos regalos
a adorar al Niño.
Adoraron a este Niño
estos humildes pastores
y sacaron con presteza
pañales de sus zurrones;
y los entregaron
a la Virgen Santa,
que los recibió
dándoles las gracias
Se despiden de la Virgen
de San José y aquel Niño,
estos humildes pastores
se tomaron el camino;
todos dando gracias
a Dios sempiterno,
por haber mirado
tan grande misterio.
Y nosotras las doncellas
humildes y de rodillas,
con reverencia adoramos
al Dios Niño y a María;
y nos despedimos
de Vos Madre amada
y del Niño Dios
hasta la mañana.
Felices pascuas les damos
al señor cura en el templo,
de hoy en un año nos oiga
el dichoso nacimiento;
al señor cura le damos
las pascuas mejores,
que por muchos años
felices las goce.


Como se ve, en el canto se relata, un poco noveladamente, el nacimiento de Jesús.

Aquí se puede escuchar la interpretación que de parte del Ramo hizo el Aula de Cultura Tradicional de Valdebaró en el programa "La jila" de Radio Laredo del 18-12-2007, con una introducción de María Bulnes.

Los aguinaldos

El día de Nochevieja (31 de diciembre) son los mozos los protagonistas. Salen por las callejas del pueblo y llamando de puerta en puerta, van pidiendo el aguinaldo. El que dirige el grupo se adelanta y, con respeto y voz recia, saluda: "¡Ave María Purísima! Aguinalderos somos, cantamos, rezamos ¿o qué hacemos?". Normalmente, se responde: "¡Cantad, cantad!" y los aguinalderos entonan cánticos como éste que Jesús Santos facilitó a los autores del libro antes citado:

Buenos años, buenos años
buenos años nos dé el cielo; (bis)
aquí estamos a la puerta
los mozucos de este pueblo. (bis)
Y a pedir los aguinaldos
como costumbre tenemos. (bis)
Hemos propuesto una cena
y no tenemos dinero (bis)
Por Dios les pido señores
que nos saquen del empeño. (bis)
Si no tienen oro o plata
si no cobre llevaremos. (bis)
Si no lo tienen cambiado
nosotros lo cambiaremos. (bis)
También traemos una cesta
para soportar los huevos; (bis)
cuatro, cinco o seis morcillas
con ellas un buen torrezno. (bis)


Si en aquel hogar estaban de luto, contestaban a la pregunta de los mozos "¡Rezad, hijos, rezad!", y ellos lo hacían con un respetuoso "Padre Nuestro".

En uno u otro caso, los de la casa hacen su entrega a la comitiva que, poco a poco, va llenando el saco o el cesto, con garbanzos, huevos, morcilla, tocino, pan, etc.

Llegado el 5 de enero los mozos se juntan a cenar los "aguinaldos", compartiendo canciones, alegría y orujo.

En la actualidad, la tradición del canto del ramo, tras años de estar totalmente perdida, está en vías de recuperación gracias a la labor del Aula de Cultura Tradicional de Valdebaró. Los aguinaldos, por su parte, siguen siendo pedidos todos los años.

© Gabino Santos