Accediendo a Espinama por la carretera que desde Potes lleva a Fuente Dé, el primer pueblo del Concejo que encontramos es el de Las Ilces. Sus casas se dejan ver desde la carretera, pero no llegan a estar a la orilla de ésta. Hay que subir un fuerte repecho para entrar al pueblo, pueblo pequeño, situado a unos 800 metros sobre el nivel del mar, por lo que es el más bajo de los tres pueblos del Concejo./
No son muchas las casas que lo forman pero, bastante bien conservadas, nos permiten apreciar los rasgos de la arquitectura tradicional lebaniega de esta zona. Piedra, teja y madera son los materiales empleados. Todavía se conserva algún hórreo de los muchos que existieron por esta zona. Destaca un hórreo , en buen estado, que reposa sus pilares sobre un muro de piedra situado al borde del camino, en zona alta respecto a éste, lo que lo proporciona mayor empaque. En contraste con su buena conservación, andando por el pueblo encontraremos lo que en su día fue otro hórreo. Hoy, las piedras que lo servían de sustento, están unidas entre sí por paredes de ladrillo, por lo que ya no se puede decir que sea un hórreo. Otro de los que había en el lugar, hemos podido verlo unos kilómetros antes, a la salida de Potes, en La Molina, a donde fue trasladado hace unos cuantos años y donde se conserva en buenas condiciones.
El uso del "sardo", varas de avellano entrelazadas entre sí, que en tiempos pasados se utizaba como elemento constructivo para la construcción de tabiques, se puede apreciar en un edificio , en el que, además, hace esquina. En el exterior, el sardo aparece, sobre todo, en pajares, donde al tiempo que los cierra, permite una cierta aireación que facilita el secado de la hierba.
El recorrido por el pueblo nos permitirá ver otros detalles en sus casas: los marcos de las ventanas, frecuentemente de piedra; los corredores o miradores; algún horno... En uno de los corredores, se puede contemplar gran cantidad de útiles y herramientas, que son hoy ya piezas etnográficas , por haber quedado en completo desuso. Vemos desde yugos para uncir las vacas hasta las palas utilizadas para meter el pan en el horno, pasando por cebillas y presorias de las vacas, campanos, barayones para andar sobre la nieve, etc.
La ermita del pueblo, con su espadaña , está en la parte más alta del pueblo. Dedicada a Santiago, se celebra la fiesta del pueblo el día 30 de diciembre con una romería. Rehabilitada hace unos años, el exceso de cemento entre sus piedras, ocultándolas en gran medida, la resta prestancia. Original es la pieza que corona la techumbre en la unión de las vertientes del tejado.
Señalemos, por último, la existencia de un molino en ruinas , en el que, durante siglos, los vecinos del lugar molieron los cereales que les sirvieron de sustento. Situado junto al río Deva, que le porporcionaba la fuerza necesaria, el molino, de pequeñas dimensiones, queda separado del pueblo por la carretera. Es una pena que no se haga lo necesario para su conservación.