Situado en la margen derecha del río Deva, a Pido se accede, desde la carretera que conduce a Fuente Dé, una vez superado Espinama, mediante un ramal que surge a la izquierda. Sorprende la ubicación del pueblo, en el lado umbrío, lo que en los fríos inviernos de estas latitudes se deja sentir. El pueblo se extiende por toda la ladera, existiendo una importante diferencia de altitud entre las zonas bajas, inmediatas al puente de acceso, y las casas más elevadas del barrio del Otero o la Cimerá.
Y es que también Pido, pese a lo pequeño que pueda parecernos, tiene sus barrios. Y unos cuantos, además, y con tradición histórica (la mayoría de ellos aparecen ya en documentos del siglo XVII o anteriores). Una primera división distingue dos grandes barrios denominados Braniella por el que se accede al pueblo- y Pido, propiamente dicho. El edificio de la escuela, situado a la derecha del final de la gran cuesta o "varga" que afronta la carretera, viene a ser, aproximadamente, el límite entre uno y otro barrio. Hacia el oeste hacia los Picos-, Braniella; hacia el este dirección Espinama-, Pido.
Pero dentro de esos dos grandes barrios hay también subdivisiones. En Braniella, se distinguen la "Bajerá" (zona más baja) y la "Cimerá" (más alta), además del barrio del Otero (elevado, tras la escuela) y de la zona de la Bolera. En Pido están Migaldera (zona más próxima a Braniella), la "Pumará" (al fondo, donde termina la carretera) y La Gatera.
En todos estos barrios podemos encontrar muestras de la arquitectura tradicional, si bien cada vez se van desvirtuando más. Es característica la alineación de las casas: adosadas unas a otras forman auténticas ringleras. Ello no obsta para que también existan casas aisladas, entre las que se encuentran las últimas construidas en la Bolera y en Las Hazas. Este lugar de Las Hazas, zona inmediata al pueblo y dedicado tradicionalmente a la labranza, constituye la principal zona de expansión del pueblo, habiéndose construido ya alguna casa y un edificio de apartamentos en la zona más próxima a la escuela.
En Pido no hay escudos en las fachadas de las casas. Escudriñando con atención, todo lo más que se localizará será alguna piedra con una peculiar cruz y algún otro signo grabado en ella, como sucede en una casa de la Cimerá. Otra del mismo barrio tiene grabada la fecha de construcción (es, por cierto, la única casa que presenta un arco de medio punto; está en la parte posterior a la que no se puede acceder, pero se divisa desde la pista que une Pido con Cosgaya). En otra casa de La Gatera hay incrustada una piedra con una forma muy particular que ha sido identificada por algún estudioso como una piedra de molino de mano.
Pero si Pido no tiene grandes casonas con escudos sí que tiene una arquitectura tradicional digna de admiración. Contémplese el empleo de la piedra y de la madera (si tiene ocasión observe desde dentro la cubierta de uno de los pajares tradicionales, con multitud de postes y apoyos perfectamente engarzados); de los entramados de varas de avellana aquí llamados "sardos", cada vez más difíciles de encontrar; los hornos, añadidos en el exterior de las casas; los marcos de ventanas y puertas que, cuando son de madera, sobresalen del vano de un modo muy peculiar (y que las reformas que se van haciendo en las casas se van encargando de hacer desaparecer); etc.
Observe los hórreos. Aquí ya sólo quedan dos. Uno en el barrio del Otero, bien conservado. Otro en la zona de La Gatera, en avanzado grado de deterioro. En el Otero, cerca del otro, pueden verse los restos de las piedras que sustentaban a otro. En la Bajerá existía hasta no hace muchos años otro que hoy se puede contemplar, muy bien reinstalado, en Fuente Dé, en las instalaciones del camping de El Redondo. Otro hórreo de Pido es el que está emplazado, bastante más lejos, en Muriedas (Camargo) en las instalaciones del Museo Etnográfico de Cantabria. Hórreos todos que, con los que sobreviven en Espinama y en Las Ilces, son un mínimo resto de los más de treinta que llegó haber en el Concejo a mediados del siglo XVIII.
En la zona que comunica el Otero con la Cimerá, en las proximidades de la llamada Fuente Mariana, se puede apreciar otro de los restos etnográficos más destacados: un "potro" de madera, en el que se herraban vacas y ganados. Se puede ver dónde se sujetaba a los animales para realizar una operación que, aquí, pasó ya a la historia.
Deténgase también en los portales, lugares donde antiguamente entraban con los carros a descargar la hierba y otras cosechas. En alguno, a lo mejor es posible, todavía, localizar alguno de esos carros, aunque ya no sean usados.
Destaquemos, por fin, unos pocos edificios:
Digamos, para terminar, que dentro de los términos de Pido, en el lugar conocido como La Serna u "Hoyo los Vados", se encuentran desde el último cuarto del siglo XX, unas naves de uso ganadero y residencial en las que se situa también la Quesería Peña Remoña.